Rosa azul

Rosa azul

sábado, 28 de mayo de 2011

Crepúsculo (o casi)



“(Donald Shimoda) - Somos todos libres de hacer lo que queramos - dijo aquella noche -. ¿No te parece esto absolutamente simple y limpio y diáfano? ¿No es una manera estupenda de gobernar un Universo?
(Richard) - Casi. Has olvidado un detalle muy importante - respondí.
- ¿De veras?
- Somos todos libres de hacer lo que queramos, siempre que no perjudiquemos a los demás - argumenté -. Sé que eso es lo que te proponías decir, pero deberías decir lo que te propones.
En medio de la oscuridad se produjo un ruido y miré rápidamente a Don.
- ¿Has oído?
- Sí. Parece que hay alguien… - se puso en pie y se dirigió hacia las sombras. De pronto rió y pronunció un nombre que no alcancé a entender
- Esta bien - le oí decir. - No, será un placer recibirle… No hay motivos para que se quede lejos… venga, es bienvenido, se lo aseguro…
La voz que respondió tenía un marcado acento, no precisamente ruso, ni checo, sino más semejante al transilvano.
- Gracias. No quiero interrumpir su velada.
El hombre que Don llevó consigo a la luz de la fogata era… bueno, desentonaba con la noche del Medio Oeste. Un tipejo enjuto y demacrado, con facciones de lobo, de aspecto inquietante, que llevaba un traje de etiqueta y una capa negra ribeteada de raso rojo. La luz le molestaba.
- Pasaba por aquí - explicó -. Este campo es un atajo para llegar a mi casa.
- ¿Sí? - Shimoda no le creía, sabía que mentía, y al mismo tiempo se esforzaba por no soltar la carcajada. Yo esperaba descubrir pronto la verdad.
- Póngase cómodo - dije -. ¿Podemos ayudarlo en algo?


Realmente no me sentía muy generoso, pero el individuo estaba tan apocado que me habría gustado que se distendiera, si eso era posible.
Me miró con una sonrisa angustiosa que me dejó helado.


- Sí, pueden ayudarme. Se trata de algo que necesito desesperadamente, porque de lo contrario no lo pediría. ¿Puedo beber su sangre? ¿Sólo un poco? Es mi alimento, necesito sangre humana…
Quizá fue su acento. O no sabía hablar inglés correctamente o yo no había entendido sus palabras, pero me puse de pie con una rapidez que no desplegaba desde hacía muchos meses. Tanta fue mi prisa que llovieron briznas de paja sobre el fuego.
Retrocedió. Generalmente soy inofensivo, pero tengo una contextura robusta y probablemente le asusté. Volvió la cabeza en otra dirección.
- ¡Disculpe caballero! ¡Lo siento! ¡Por favor, olvide que hablé de sangre!
Pero usted comprenderá…
- ¿Qué dice? - mi tono fue aún más feroz, porque estaba asustado -. ¿Qué diablos dice? Ignoro quién es usted. ¿Acaso se trata de una especie de VAM…?
Shimoda intervino antes de que pudiera completar la palabra.
- Richard, nuestro huésped estaba hablando y le has interrumpido. Siga, por favor. Mi amigo es un poco precipitado.
- Donald - dije -, este sujeto…
- ¡Silencio!
Su reacción me sorprendió tanto que me callé y mis ojos le trasmitieron una especie de pregunta aterrorizada al extraño individuo transportado desde sus tinieblas natales a la luz de nuestra fogata.
- Por favor, Compréndanme. Yo no elegí nacer vampiro. Es una desgracia. No tengo muchos amigos. Pero necesito beber todas las noches una pequeña dosis de sangre humana, porque de lo contrario me retuerzo presa de un dolor atroz, ¡y si pasara más tiempo sin ella, no podría vivir!
Por favor, sufriré mucho, moriré, si no me permiten succionar su sangre... sólo un poquito, no necesito más de medio litro…
Avanzó un paso hacia mí, relamiéndose, pensando que Shimoda tenía sobre mí algún ascendiente y me haría capitular.
- Un paso más y correrá sangre, desde luego. Si se atreve a tocarme, morirá…
No lo habría matado, pero quería atarle, por lo menos, antes de seguir hablando.
Pareció creerme, porque se detuvo y suspiró. Se volvió hacia Shimoda.
- ¿Ha demostrado ya lo que deseaba?
- Creo que sí. Gracias.



El vampiro me miró y sonrió, muy tranquilo, disfrutando intensamente, como un actor en el escenario cuando termina la función.
- No beberé tu sangre, Richard - dijo en un inglés absolutamente cordial, desprovisto de acento. Se evaporó como si estuviera extinguiendo su propia luz… A los cinco segundos había desaparecido.
Shimoda volvió a sentarse junto al fuego.
- ¡Cuánto me alegra que no hables en serio!
Todavía temblaba por el efecto de la adrenalina, listo para lidiar con el monstruo.
- Don, temo no estar en condiciones para soportar estos trances. Quizá sería mejor que me expliques lo que sucede. Por ejemplo… ¿qué ha sido eso?
- Eso erra un fampirro de Trronsilvania - dijo -. O para ser más exacto, era una imagen mental de un fampirro de Trronsilvania. Si alguna vez quieres demostrarle algo a alguien y crees que no te escucha, materializa una imagen mental para probar tu tesis. ¿Piensas que exageré, con la capa y los colmillos y el acento? ¿Te ha resultado demasiado espantoso?
- La capa era de primera, Don. Pero nunca he visto nada más estereotipado, extravagante… no me asustó en absoluto.
Suspiró.
- Está bien. Pero por lo menos captaste el mensaje, y eso es lo que importa.
- ¿Qué mensaje?
- Richard, cuando te portaste tan cruelmente con mi vampiro, hacías lo que deseabas hacer, aunque sabías que eso iba a dolerle a un tercero. El incluso te advirtió que sufriría si…
- ¡Se proponía chuparme la sangre!
- Que es lo que hacemos a los demás cuando decimos que sufriremos si no viven a nuestra manera.
Permanecí un largo rato callado, rumiando el problema. Siempre había pensado que somos libres de hacer lo que nos plazca con la única limitación de no lastimar a terceros, y esto no encajaba en mi teoría.
Faltaba algo.
- Lo que te desconcierta - dijo - es un lugar común que resulta ser impracticable. La frase es lastimar a terceros. Nosotros mismos elegimos ser lastimados o no serlo, y eso es todo. Somos nosotros quienes decidimos. Nadie más. ¿Te ha dicho mi vampiro que sufriría si no le permitías chupar tu sangre? La decisión de sufrir, la opción, es suya. Tú tomas tu propia resolución, eliges: darle sangre; no hacerle caso, amarrarle; atravesarle el corazón con una estaca. Si el no quiere que le claven la estaca, es libre de resistir, valiéndose de los recursos que desee emplear. Y eso se repite hasta el infinito: opciones, opciones.
- Cuando lo enfocas desde ese ángulo…
- Atiende - dijo -, es importante. Somos todos. Libres. De hacer. Lo que.
Nos. Place”

Ilusiones (Richard Bach)



8 comentarios:

lauviah dijo...

chacho , chacho!! a donde pillas esas pildoras??,,,


pidemeee que yo sere lo que tu quieras ,,,, donde esta la noche que me distes entera,,,, que te pido oo que me quierass.

lauviah dijo...

Una vez lei , no recuedo en donde ,,,, que llorar no significa que tienes sentimientos.

lauviah dijo...

aunque soy de las que pienso que , para poder sentir el llanto tienes que haber conocido la risa ,,,,,,

lauviah dijo...

Un barco usa el ancla para parar en un viaje ,,, un sentimiento anclado se convierte en un resentimiento,,, en un viaje decides cuando segir o parar ,, claro esta si eres conciente de que tienes el ancla puesta.

lauviah dijo...

y que eres barco en un viaje ,,

lauviah dijo...

Una pregunta que me inquieta,,,,
no sera usted ,, vampiro nop??,,lo digo por si tengo que sacar ajos y todo eso.

o mejor le pongo en aviso que yo ni pan ni sangre.

KангеЛ dijo...

Creo que ni vampiro, ni cazavampiros... a este paso, mejor ser farmacéutico, esas píldoras son lo mejor de lo mejor!

lauviah dijo...

http://www.youtube.com/watch?v=zPkl80nthMw&feature=related