Rosa azul

Rosa azul

domingo, 31 de octubre de 2010

La Leyenda de la Rosa Azul




Cuenta la leyenda, que un rico comerciante, alentado por una fiel sirvienta de los amores de Elisa, su única hija, hacia Roberto, el hijo del panadero del pueblo, envió a la muchacha a la casa de unos parientes, alertando a los mismos de que cualquier nota o carta que intentase enviar que no fuese dirigida a él, fuese destruida sin que ella lo supiese.

La muchacha partió una tormentosa noche, después de haberse jurado horas antes amor eterno con Roberto, y prometiendo escribirse diariamente, puesto que desconocía el tiempo que habría de pasar en casa de sus parientes.

Una semana más tarde de la partida de Elisa, el padre empezó a divulgar rumores sobre una relación de su hija con el hijo de unos viejos amigos de la familia. Destrozado el pobre Roberto y con la imposibilidad de poder descubrir la verdad, partió del país en busca de fortuna y con la esperanza de olvidar a la única mujer que había amado.
Mientras tanto, la enamorada Elisa seguía escribiendo diariamente a su dulce amor, desconociendo que sus cartas eran destruidas a las pocas horas. Extrañada de no recibir correo de Roberto, envió una carta a su padre, pidiéndole que la dejase regresar a casa.




Unos meses más tarde, Elisa, feliz y enamorada, volvía a su hogar. Esperó durante unos días a que Roberto hiciese aparición por los jardines de la Villa, pero su amor no venía. Extrañada por la ausencia de Roberto, Elisa preguntó inocentemente a su padre por las buenas nuevas del pueblo. El padre comenzó detallando las buenas ventas de sus productos, los viajes que había realizado en su ausencia, y los muchos regalos que la esperaban en la bodega. Luego le relató los acontecimientos principales que habían acontecido en el pueblo, la boda del hijo del alcalde, la muerte del zapatero, la llegada al mundo del hijo del tabernero, y por último que el joven Roberto había marchado del pueblo en busca de fortuna, y que por lo que comentaban los lugareños, había conocido a una muchacha, y se había casado.

Cuando Elisa escuchó que su amado Roberto se había casado, creyó morir, la pena se instaló en su mirada y ocultando las lágrimas a los ojos de su padre, marchó a la alcoba, donde dio rienda suelta a su dolor.

Pasaron los días, y Elisa empeoraba, se negaba a comer, e incluso a pasear por el jardín, encerrada en la alcoba día tras día, sin más contacto con el mundo que las visitas de su padre, para preocuparse cada día un poco más por el estado de su hija. Viendo que el dolor la estaba matando, decidió ir en busca del joven y consentir los amoríos de ambos, pero la vida, a veces, da giros insospechados, y cuando halló al joven Roberto, en verdad se hallaba casado y muy bien situado económicamente.





Roto de dolor por haberle causado tal aflicción a su dulce hija, volvió al hogar, con muchos regalos para la joven, pensando que estos alegrarían el corazón de la misma. Pero ni los regalos, ni las joyas o vestidos, hicieron que Elisa volviera a sonreír.

Unos días más tarde, la joven cayó enferma, el padre mandó llamar a los mejores médicos de la provincia, pero ninguno hallaba la causa del mal que consumía a la joven. Desesperado, el padre mandó llamar a los más ilustres, pero tampoco éstos daban con la causa de su mal.
Atormentado con la idea de que Elisa moría por su culpa, el padre partió hacia lugares lejanos, con la esperanza de encontrar un remedio para el mal de Elisa.

Y en una recóndita isla, un anciano del lugar, después de escuchar la historia del comerciante sobre la enfermedad de su hija, le respondió: "Su hija parece que sufre de pena de amor, y si no consigue que olvide a ese joven, esta pena la destruirá"
- Eso quisiera -contestó el atormentado padre- pero por más que hago, no consigo ni una mínima sonrisa, sus ojos están muertos, es como si no viesen el presente. Elisa vive en un mundo al cual yo no puedo acceder.
- Vaya al monasterio de la colina, cuente su historia al Abad y éste le dará un remedio -contestó el anciano.


Sin pensarlo dos veces, el padre emprendió el camino hacia el Monasterio, y una vez allí, pidió audiencia con el Abad del mismo. Este después de escuchar el relato, le pidió que le acompañara hasta el jardín.
Pasearon por los hermosos jardines en silencio, hasta que se detuvieron frente a un hermoso rosal, de rosas azules. El Abad, con mucha ternura, cortó una de las hermosas rosas y se la entregó al comerciante.






- Regálele esta rosa a su hija -dijo- cuando respire el perfume de la rosa, el dolor que habita en su corazón desaparecerá.
- ¿El perfume de la rosa? -pregunto extrañado el padre.
- Sí. Esta hermosa y extraña rosa es conocida por la Flor del Olvido, y sólo actúa sobre aquellos que en verdad han amado más que a su vida misma. No pierda mas tiempo aquí, y corra hacia Elisa. Cada segundo que pasa es vital para ella.

El padre partió de inmediato hacia su hogar. Al llegar al mismo, se encontró a toda la servidumbre cabizbaja y llorosa. Pensando que ya era demasiado tarde, y con el corazón destrozado, subió hacia la alcoba de Elisa, encontrándola postrada en la cama, con la cara pálida como de cera, y hermosa como un lirio. 

Arrodillado a su lado, lloró desconsolado. Inclinándose ante ella para depositar un beso en su frente, notó la calidez de una entrecortada y lenta respiración. Alegrado por la idea de que Elisa aún vivía, cogió la rosa y la acercó a su nariz, y a medida en que la joven iba respirando la fragancia de la rosa, el color volvía a sus mejillas, mientras el de la hermosa rosa desaparecía, hasta volverse negra.


Elisa abrió sus hermosos ojos verdes, y sonriendo a su padre, le besó. No recordaba nada de su pasado amoroso, volvía a ser la traviesa chiquilla llena de vida que hacía las delicias de su padre.







3 comentarios:

KангеЛ dijo...

Mi caja de hacer preguntas (por cierto, tengo que cambiarla, ya está algo gastada...) me está hablando a gritos...

Si esta Leyenda fuera conocida... tendrían sentido tantas rosas azules?
Tendría sentido el olvido?
Acaso también veo solamente lo que quiero ver?

Creo que necesito un café, ó un baile, no sé...
Otro día contaré algo sobre las rosas negras...

lauviah dijo...

Bonita historia. ha hecho que medite , y eso me ha gustado,,.
Mi pregunta es ,,viste alguna vez , el cielo azul en el que yo bailo??,, ese azul tuyo se parece tanto a ese cielo mío.

Sabes?


Me caes bien.
Te dejo un cafe por si te sirve de algo.

http://www.youtube.com/watch?v=GfATJAKYHg8

Anónimo dijo...

Kebonita rosa blue :-)