Hace ya un tiempo que decidí hacer caso a lo que tantas veces me habían recomendado:
"Vive el presente: El pasado ya no lo puedes cambiar, es pasado. El futuro no depende de ti. Vive el presente."
No. No es cierto. Solo hice caso a medias.
Vale, vivo el presente.
Pero el pasado quizás sí se pueda cambiar. En cada momento, somos lo que hemos vivido. Hace un segundo, ya es pasado.
El pasado nos enseña, nos curte, nos forja... y hace que seamos como somos en el presente.
¿Y si fuera un camino de ida y vuelta?
Si crecemos simplemente porque sí, sin que sea el pasado inmediato quien nos hace crecer...
Si ese crecimiento nos enseña, nos curte, nos forja... y hace de nosotros un nuevo presente...
¿Por qué no cambiar con ese presente, nuestro pasado? Al fin y al cabo, no ha tenido nada que ver esta vez...
Y a veces, pasa.
Como esa persona que formó parte del pasado, y de la que tanto aprendimos... de repente, reaparece; y ve que hemos aprendido cosas nuevas, y todo cambia. El pasado cambia, para formar otro presente.
Es como viajar en el tiempo.
Como cuando te ocupas solo de vivir el presente, sin pensar en pasados ni en futuros... de repente, te das cuenta de algo: ¿Cómo es posible que ya haya pasado un año?
No somos del todo conscientes, pero en realidad hemos viajado en el tiempo, durante un año.
El tiempo. Sesenta segundos en un minuto. Sesenta minutos en una hora.
Y sin embargo, como le decía el Sr. Conejo a Alicia en su maravilloso País, lo eterno, a veces, tan solo dura un segundo...
Mejor viajar en el tiempo. Vienes conmigo?
1 comentario:
Viajar en el tiempo, una gran aventura, desde luego.
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